Un día Tian Zan se presentó ante el
príncipe de Ping hecho un andrajoso.
- Su vestimenta está bastante raída,
señor – comentó el príncipe.
- Hay ropas peores que éstas –
contestó Tian Zan.
- Dígame, por favor, ¿cuáles son?
- La armadura es peor.
- ¿Qué quiere decir con eso?
- Es fría en invierno y caliente en
verano; por eso no hay peor ropa que una armadura. Ya que soy pobre, es natural
que mis ropas sean andrajosas; pero Su Alteza es un príncipe con diez mil
carrozas y una incalculable fortuna; sin embargo le gusta vestir a los hombres
de armaduras. Esto no lo puedo comprender. ¿Tal vez Su Alteza busca la fama?
Pero la armadura se usa en la guerra, cuando a los hombres se les corta la
cabeza y se acribilla sus cuerpos; se arrasan sus ciudades y se tortura a sus
padres y a sus hijos; lo cual nada tiene de glorioso. ¿O tal vez va Su Alteza
en busca de ganancias? Pero si trata de dañar a otros, otros tratarán de
dañarle, y si Su Alteza pone en peligro sus vidas, harán peligrar la suya. Así
no conquistará sino tribulaciones para sus propios hombres. Si yo fuera Su
Alteza, no haría la guerra, ni por lo uno ni lo otro.
El príncipe de Ping no pudo replicar.
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