Una vez, cuando Zeng Shen fue al distrito de Fei, un hombre de su mismo nombre cometió un asesinato.
Alguien fue a decirle a la madre de Zeng Shen: - Zeng Shen
ha muerto a un hombre.
- Imposible – contestó –. Mi hijo
jamás hará tal cosa.
Y tranquilamente siguió tejiendo.
Poco después, alguien más vino a
comentar:
- Zeng Shen mató a un hombre.
La anciana continuó tejiendo.
Entonces llegó un tercer hombre e
insistió:
- Zeng Shen ha muerto a un hombre.
Esta vez la madre se asustó. Arrojó la
lanzadera y escapó, saltando la tapia.
A pesar de que Zeng
Shen era un buen hombre y su madre confiaba en él,
cuando tres hombres lo acusaron de asesinato, aun queriéndole tanto, la madre
no pudo evitar dudar de él.
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