Una vez un hombre
pescó una tortuga. Deseaba hacer una sopa con ella, pero no quería que alguien
pudiera decir que él había dado muerte a un ser viviente. Encendió su fuego e
hizo hervir agua en una olla. Colocó una pértiga de bambú encima de la olla a
manera de puente y le hizo a la tortuga esta pérfida promesa:
- Si consigues atravesar este puente,
te dejaré en libertad.
La tortuga no se dejó engañar por esta
trampa. Ella no quería morir. De esa manera, poniendo toda su voluntad, hizo lo
imposible: atravesó el puente sin accidentarse.
- ¡Bravo! – dijo el hombre –, pero
ahora te ruego que regreses a tu punto de partida para ver mejor como
conseguiste hacer esta travesía.
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