Andando de
cacería, el tigre cogió a un zorro.
- A mí no puedes comerme – dijo el
zorro –. El Emperador del Cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me
comes desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo. Pronto verás como
los otros animales huyen en cuanto me ven.
El tigre accedió a acompañarle; y en
cuanto los otros animales los veían llegar, escapaban. El tigre creyó que
temían al zorro, y no se daba cuenta de que a quien temían era a él.
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