Los habitantes de
Yongzhou son excelentes nadadores. Una vez, el agua
del Xiangshui subió repentinamente; una barca que
transportaba a cinco o seis personas zozobró en medio del río. Haciéndole
frente al peligro, los pasajeros nadaron hacia la orilla. Uno de ellos parecía
no avanzar a pesar de nadar con todas sus fuerzas. Sus compañeros le dijeron:
- Tú eres mejor nadador que todos
nosotros, ¿por qué te quedas atrás?
- Porque tengo mil sapecas
amarradas en mi cinturón, y eso pesa – contestó él.
- ¿Por qué no las tiras? – le dijeron
los otros.
Sacudió la cabeza sin contestar, pero
el cansancio lo invadía.
Los que ya habían llegado a la orilla
le gritaron:
- ¡Eres un tonto, no te empecines!
¡Vas a ahogarte! ¿Y entonces de qué te servirá el dinero?
De nuevo sacudió negativamente la
cabeza. Poco después el agua se lo tragaba.
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