En la época en
que Yang Shuxian era
magistrado en Jingzhou, los tigres constituían una
verdadera calamidad para los habitantes. Un día, Yang
hizo pulir la roca y mandó a grabar un largo edicto que podía resumirse en
estas palabras más o menos:
«¡Tigres, aléjense de estos lugares!»
Más tarde, cuando lo nombraron
prefecto en Yulin, Yang Shuxian le escribió al magistrado Zhao
Dingji de Jingzhou, para
rogarle que hiciera calcar su edicto lapidario contra los tigres. Quería varias
copias. «Deseo servirme de ellas para educar a mis administrados – decía – pues
los habitantes del Lingnan son muy salvajes todavía.»
Zhao mandó a
obreros para que calcaran el edicto. Al día siguiente fue un anciano a decirle:
«Los tigres han matado ya a dos obreros mientras ellos sacaban la copia del
texto grabado en la roca.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario