Ai Zi vio un día a un caminante ofrecer cincuenta sapecas a un barquero para que lo llevara de Lüliang a Pengmen.
- El precio, para los que no
transportan mercaderías, es comúnmente de cien sapecas
– le contestó el barquero –. Usted sólo ofrece la mitad, no es suficiente. Pero
como yo tendría que pagarle cincuenta sapecas a un
hombre para que tire mi barca desde Lüliang hasta Pengmen, ¡sólo le cobraré a usted cincuenta, si le conviene
tirar mi barca hasta Pengmen!
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