Cuando el señor Meng Chang Jun decidió abandonar
su tierra natal –el Reino de Qi– para desempeñar un
cargo en el Reino de Qin, cientos de personas trataron
de disuadirle. Pero él no les escuchaba. Entonces Su Qin,
el retórico, quiso convencerle.
- He oído todos los argumentos que los
hombres pueden discurrir – dijo el señor Meng Chang Jun –. Sólo faltan razones sobrenaturales.
- He venido sin la intención de
discutir problemas terrenales – contestó Su Qin –.
Pido audiencia para hablar de lo sobrenatural.
Entonces el señor le recibió, y Su Qin contó la historia siguiente:
«Pasando el río Zi,
cuando venía hacia acá, oí como conversaban una figura de barro y una imagen de
madera de durazno.
- Tú eras una porción de tierra en la
ribera del Oeste – se mofaba la imagen de madera –. Ahora te han modelado en
una figura; pero durante las grandes lluvias del octavo mes, cuando el río
crezca, puedes estar segura que serás destruida.
- ¿Qué hay con eso? – respondió mordaz
la figura de barro –. Vengo de la ribera Oeste, y cuando sea destruida volveré
a ser parte de ella. Pero tú estás hecha de un palo de durazno del país del
Este, tallado en imagen. Cuando vengan las grandes lluvias y el río crezca, tú
serás barrida lejos y entonces, ¿qué harás?
- El Reino de Qin
tiene entradas fortificadas a todos los lados, por lo que es como entrar en las
fauces del tigre. Si va Ud. a Qin,
temo que nunca volverá.»
Entonces el señor abandonó su plan.
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