Una vez, en Liaodong, a un porquero le salió en su piara un cerdito de
cabeza blanca; y creyendo que se trataba de un prodigio, decidió regalárselo a
la corte. Cuando llegó a Hedong, sin embargo,
advirtió que ahí todos los puercos tenían la cabeza blanca; muy corrido regresó
a su casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario