- Ya tengo
setenta años – dijo el duque Ping de Jin a su músico
ciego, Shi Kuang –. Aunque
quisiera estudiar y leer algunos libros, creo que ya es demasiado tarde.
- ¿Por qué no enciende la vela? –
sugirió Shi Kuang.
- ¿Cómo se atreve un súbdito a bromear
con su señor? – exclamó el duque enojado.
- Yo, un músico ciego no me atrevería
– protestó Shi Kuang –.
Pero he oído decir que si un hombre es devoto al estudio en su juventud, su
futuro es brillante como el sol matinal; si se aficiona al estudio en su edad
media, es como el sol de mediodía; mientras que si comienza a estudiar de
viejo, es como la llama de la vela. Aunque la vela no es muy brillante, a lo
menos es mejor que andar a tientas en la obscuridad.
El duque estuvo de acuerdo.
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