Un viajero en el
Reino de Song metió a su caballo en un arroyo porque
éste se negaba a avanzar; luego lo volvió a montar para partir. El caballo se
negó de nuevo a nadar. Lo castigó otra vez en la misma forma. Esto se repitió
tres veces.
Ni el más experto jinete habría ideado
un medio mejor de asustar al caballo; pero si no es un jinete, sino un simple
asustador, el caballo se negará a llevarle.
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