Un hombre iba
caminando por la orilla del río, cuando vio a alguien que estaba por arrojar a
un niño pequeño al agua. El niño gritaba, aterrorizado.
- ¿Por qué quiere lanzar a esa
criatura al río? – preguntó al paseante.
- Su padre es un buen nadador – fue la
respuesta.
No se puede concluir que el hijo de un
buen nadador haya de saber nadar.
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