El príncipe Xuan era aficionado a disparar flechas y le agradaba que le
dijeran que era un arquero fuerte. Pero la verdad era que no podía tender un
arco que pesara más de treinta libras. Cuando mostraba su arco a sus
acompañantes, éstos simulaban tratar de arquearlo, pero lo hacían sólo hasta la
mitad de su extensión.
- ¡Debe pesar por lo menos noventa
libras! – exclamaban todos –. Nadie, salvo Su Alteza, puede manejar un arco
así.
Y esto llenaba al príncipe de
satisfacción.
Aunque tendía un arco de sólo 30
libras, hasta el fin de su vida creyó que éste pesaba 90. Eran 30 de hecho y 90
de nombre. Por mantener fama inmerecida, el príncipe dejó la verdad por el
camino.
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